domingo, 18 de diciembre de 2011

DESAVENIRSE - Carla Figueroa -


Página 12, sábado 17 de diciembre de 2011
Desavenirse

El autor sostiene que “la institución del avenimiento, aplicada a asaltos sexuales, se basa en criterios sobre psiquismo, sexualidad y género que son erróneos y, en algunos casos, de naturaleza francamente perversa”, por lo cual propone que sea eliminada de la legislación.

*       Por Mario Burgos *

El asesinato de Carla Figueroa y la presunción de que el victimario sea su flamante esposo y anterior violador, Marcelo Tomaselli, puso en cuestión la relación entre violación y “avenimiento”. La institución del avenimiento, aplicada a asaltos sexuales, se basa en criterios sobre psiquismo, sexualidad y género que se supuso científicos pero son erróneos y, en algunos casos, de naturaleza francamente perversa. Tales criterios, presentes en la vieja ley sobre delitos sexuales, se mantuvieron en la Ley 25.087, de 1999, por lo que es preciso que los actuales diputados y senadores se hagan cargo del triste legado y produzcan una ley con perspectiva de género, fundada en el conocimiento científico y que se constituya en una avanzada contra todas las formas de ataque sexual. Al fin de cuentas, en un país que comenzó a poblarse sobre la base de violaciones, legislar conforme a derecho es restablecer historia, identidad y salud mental.
La actual institución del avenimiento presupone que el violador sólo ha de tener un solo objeto de agresión: esa víctima circunstancial. Si no se partiera de este presupuesto, no se dejaría librada a la decisión de la víctima el mecanismo por el cual el agresor puede quedar en libertad. Se dice que “las cárceles no son para castigo, sino para resguardo”, de la sociedad y del que delinque. Pues bien, en este caso no es la sociedad la que decide que no debe ser resguardada, sino una sola persona: la víctima. Pero no existe evidencia clínica ni investigación que demuestre que el violador está fijado a un solo objeto de agresión sexual. Por el contrario, innumerables casos demuestran la naturaleza compulsiva de tales actos y su tendencia a la repetición. Por otra parte, ya que dejamos que la víctima active la posibilidad de liberar al agresor sexual, en el caso de la víctima que no se “aviene” ¿por qué no le dejamos decidir qué pena aplicarle a quien la violó?
En rigor, un avenimiento es un acuerdo tras un disenso: una reconciliación. Establecer tal institución entre violador y violada es suponer como pares a dos personas que no lo son: uno es un delincuente agresor, la otra es una víctima agredida. Se plantea así una paridad perversa que borra lo que diferencia a ambos y deja librado el camino para borrar el delito mismo: “En tal caso la pena quedará extinguida”, dice el artículo 15 de la Ley 25.087.
A partir de esa falacia inicial, habilitada la institución del avenimiento como un hecho individual en el que la única decisión de naturaleza social correría por cuenta de los jueces intervinientes, se avanza a otro falso presupuesto: considerar que la víctima está en condiciones de decidir libremente si avenirse o no. Tanto por el orden sexual vinculado con la violación como por la batería de prejuicios sociales con los que la violación se liga, pesan sobre la víctima una serie de presiones que dificultan su posibilidad de elegir libremente. En primer lugar pueden operar formas regresivas, ligadas a fantasías de seducción y erotismo infantil, que resultan culpabilizantes para la víctima. Muchas veces esos sentimientos operan en el sentido de no denunciar una violación, de sentir culpa por “no haber resistido lo suficiente” o por haber supuestamente motivado al agresor de manera inconsciente. En mujeres abusadas o víctimas de agresión reiterada en su infancia puede agregarse un resto de duda –por lo tanto, de culpa– acerca de los sentimientos que se activaron en el momento de sufrir la agresión sexual. No hay por lo tanto base científica alguna para suponer capacidad de libre elección al momento de “avenirse”.
En el “avenimiento” se instala, como mecanismo de restitución de algún tipo de honor perdido, la pespectiva de que el agresor reconozca a la víctima como pareja, esto es, como mujer digna de cohabitar y compartir su vida con él. Basta considerar una de las reformas que la Ley 25.087, de 1999, introduce respecto de la vieja ley sobre delitos sexuales. Esta última establecía, en su artículo 132, que “en los casos de violación, estupro, rapto o abuso deshonesto de una mujer soltera, quedará exento de pena el delincuente si se casare con la ofendida, prestando ella su consentimiento, después de restituida a casa de sus padres o a otro lugar seguro”. No se ve otra explicación para aquel párrafo que el entendimiento de que “la ofendida” (¿se hablará del mismo modo cuando se trata de un banco y alguien lo roba?) deja de serlo si el que usó su cuerpo “se aviene” a legitimar ese uso mediante el compromiso de pareja. Hablando más claro, se vuelve al primitivo concepto patriarcal: el varón –incluso el violador– otorga pureza a la mujer impura al reconocerla como su par. Como supo decir un dinosaurio de la Corte al que no le caía bien el matrimonio igualitario, el mater (madre) munium (oficio de) es un reconocimiento de que la mujer puede establecer familia (literalmente “oficiar de madre”). Eso sí, por vía institucional y a instancias de un varón. O tal vez, sencillamente, legisladores y legisladoras conocen de la cotidianeidad de la violación dentro de matrimonios y, en lugar de sentar precedente en contra de tal práctica, prefieren legitimarla mediante la institución del avenimiento.
Esta institución convalida, mediante los mecanismos y presupuestos que hemos descripto, toda una batería de prejuicios sociales con respecto a la sexualidad femenina y al derecho de ejercerla libremente; en particular, los prejuicios que tienden a culpabilizar a la víctima por la conducta del agresor. Para dar otro caso de la “libre elección” del avenimiento por parte de la víctima: supongamos que una chica es violada a los 13 años y esta violación, que va a juicio, es conocida por los varones de su entorno, en un ámbito de valores tradicionales y prejuiciosos: ¿qué podrá hacer para adquirir reconocimiento social y aceptación? Para cuando llegue a los 16 años, la ley tiene su respuesta: avenirse.
Prescindo en este texto de ocuparme de otras perlas de la legislación vigente, como el concepto de “acceso carnal”, cuyas variantes hacen dudar no sólo del conocimiento sino de la salud mental de quienes los convalidan. En todo caso, un abordaje legislativo abriría camino a revisarlos en beneficio de toda la sociedad.
* Psicólogo. Trabaja en la sala de atención primaria 1º de Mayo, Villa Sapito, Lanús. Presidente de Fundación R.E.D.
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Fallo judicial, obra macabra

*       Por Andrea Homene *

La ley 12.569 de la provincia de Buenos Aires, de Violencia Familiar, en su artículo 1º establece que “se entenderá por violencia familiar toda acción, omisión, abuso, que afecte la integridad física, psíquica, moral, sexual y/o la libertad de una persona en el ámbito del grupo familiar, aunque no configure delito”. Los tribunales de familia, jueces de menores, juzgados de primera instancia en lo Civil y Comercial y los juzgados de Paz del domicilio de la víctima son competentes para intervenir ante las denuncias que se efectúen. Estos órganos judiciales tienen facultades para dictar medidas inmediatas –restricciones perimetrales, exclusiones del hogar, etcétera– que tiendan a evitar la consecución de los hechos de violencia denunciados. La experiencia en el área de violencia familiar indica que, una vez que ha intervenido la Justicia, en la gran mayoría de los casos los hechos denunciados no se reiteran. La intervención de un tercero mediatizando la relación entre dos, rompiendo con el aislamiento al que es sometida la persona objeto de la violencia (a menudo inhibida por lazos familiares y de amistad), suele tener un efecto pacificador, al reducir el poder que el agresor mantenía frente a su víctima.
Si bien en el ámbito del trabajo en violencia familiar suele hablarse de víctima y agresor, desde el punto de vista psicoanalítico es sabido que la responsabilidad subjetiva no es ajena a ninguna de las partes. Existen entramados inconscientes que determinan los posicionamientos y contribuyen al mantenimiento de las situaciones de violencia. Esto de ningún modo significa que quien es agredido sea “culpable” de esa agresión. Pero, a la vez, no se trata de un sujeto completamente pasivo. En todo caso, en el espacio de un tratamiento psicológico, cada sujeto tendrá la posibilidad de trabajar acerca de su implicación en los hechos que padece.
El caso de la joven de La Pampa pone de manifiesto de manera descarnada algo de esta situación: en su historia familiar aparece la marca del asesinato de su madre a manos de su padre, cuando ella tenía pocos meses de vida. En su adolescencia, a muy temprana edad, entabló una relación de pareja con un hombre con el que tuvo un hijo. El le impuso una vida signada por el terror y, cuando ella logró separarse, la amenazó con un arma blanca y la viola. Ella lo denuncia, y una vez preso, lo visita regularmente en la prisión. Seguramente a instancia de sus asesores legales, solicitan la aplicación de la figura del avenimiento (art. 132 del Código Penal), que admite el “perdón” de la víctima de abuso sexual mediante una “propuesta libremente formulada, y en condiciones de plena igualdad”, cuando existiera una comprobada relación afectiva preexistente: el tribunal podrá excepcionalmente aceptar esta propuesta cuando considere que es un modo más equitativo de armonizar el conflicto “con mejor resguardo del interés de la víctima”, y “en tal caso, la acción penal quedará extinguida”. Por aplicación de dicho artículo del Código Penal, en el caso citado, tras contraer matrimonio, el joven fue puesto en libertad, volvieron a convivir y, a los pocos días, luego de que el caso se difundiera en los medios de comunicación (no es dato menor que el hecho denunciado haya sido puesto en conocimiento de la opinión pública), la joven de 19 años fue asesinada a puñaladas por su esposo, en presencia de su hijo de tres años y de la madre del agresor.
Un magistrado solía decir que “los jueces no somos justos: nos ajustamos a derecho, que no es en todos los casos lo mismo”. En términos estrictamente jurídicos, se podría decir que la decisión del tribunal interviniente en este caso se ajustó a derecho. Sin embargo, cabe preguntarse cuáles han sido los estudios que se realizaron para determinar que la joven “actuaba libremente” y “en condiciones de plena igualdad” al pedir el avenimiento. En los contextos de violencia no hay plena igualdad: el poder para ejercer la violencia suele estar de un solo lado, y el impacto subjetivo que la violencia crónica produce sobre la subjetividad suele ser arrasador. La desvalorización, la pérdida de autoestima, los trastornos del estado de ánimo, la impotencia, gobiernan la vida de quienes son sometidos a reiteradas agresiones.
Por otra parte, más allá de las intimidaciones de que tal vez haya sido objeto la joven, y que por sí solas habrían obstaculizado su “libertad”, aun más allá de esto su presunta “libertad” es justamente aquello de lo que el sujeto no dispone: la sobredeterminación inconsciente hace que la vida de un sujeto esté signada por las marcas en torno de las cuales se ha constituido. De este modo, la joven tal vez haya encontrado en su esposo a aquel que, por sus propias marcas, iba a vestirse con el traje apropiado para ser partícipe de la repetición de una historia: la de la vida de ella, la de su origen, la de su marca constituyente, en la que una madre es asesinada por el esposo dejando a un pequeño hijo, ella misma, en el más absoluto desamparo. Pese a todo esto, la joven había logrado reunir la fuerza para denunciar a su violador. Pero el fallo que determinó la liberación de éste no hizo más que contribuir a la conformación de una obra macabra, en la que el acto final estaba escrito desde su primer capítulo.
* Psicoanalista. Perito psicóloga en la Defensoría General de Morón. Autora de Psicoanálisis en las trincheras. Práctica analítica y derecho penal.

sábado, 3 de diciembre de 2011

POLEMICA EN EL FUTBOL


sábado, 3 de diciembre de 2011


Fte. :Página 12 del viernes 2 de noviembre de 2011

El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, propuso que las jugadoras de fútbol femenino se calcen hot pants. La propuesta, se supone, daría más difusión al fútbol femenino ¿O tal vez sólo imponga nuevos estereotipos y exigencias para quienes quieran mover la redonda? Desde la AFA, la idea es bienvenida: tal como están las cosas, las chicas son obligadas a jugar con ropa diseñada para cuerpos que no se parecen a los suyos y los pantalones apenas les permiten abrir las piernas en un pique. Polémica y pasión en torno de un juego que practican al menos 30 mil argentinas, aunque a las nenas, todavía, se las suela dejar al costado de la cancha a la hora del recreo.
       Por Luciana Peker

El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, aseguró que la utilización de pequeños shorts (reproducidos en las noticias internacionales como “hot pants”) por parte de las jugadoras podría promover “una estética más femenina al fútbol” para promocionar un deporte que juegan aproximadamente 30 millones de mujeres en el mundo y 30 mil en la Argentina con 3000 que están federadas y compiten oficialmente, según cifras de la AFA.
¿Una forma de difusión o de cosificación? ¿Una estrategia de marketing que potencia la posibilidad de jugar de las mujeres o una manera de jugar con las mujeres a través del marketing? “Para incrementar la popularidad del juego deberíamos permitir que las mujeres jueguen con ropas más femeninas como lo hacen en el vóleibol. Con shorts más ajustados las mujeres se lucen más lindas”, remarcó Blatter como si hablara de maniquíes.
“¿Por qué no sumar al fútbol a la moda?”, increpó Blatter, un hombre que sabe más de negocios verdes que del pasto de una cancha y menos de los picaditos de potrero. No se trata sólo del negocio de la televisión, sino de los futbolistas como nuevos iconos de moda –David Beckham y su imposición de la llamada metrosexualidad en los noventa– que no tienen, hasta ahora, una contracara femenina, aunque lo que se quiera resaltar no sea el juego ni la cara, sino el culo de las jugadoras. ¿Para abrir el juego? ¿Para agrandar la cosificación a cancha llena? Las declaraciones de Blatter empezaron por el cuerpo de las mujeres y terminaron en nuevas reglas del juego. El también sugirió la implementación de reglas diferentes que los hombres. ¿Cuáles? “La utilización de una pelota más liviana.” ¿Es necesario? ¿Es justo? ¿Es discriminatorio o una adaptación de un deporte a la biología femenina? Blatter siguió con su aggiornamiento y pidió que el fútbol playero se incorpore como disciplina olímpica. Los medios, claro, bromearon si, en ese caso, las jugadoras iban a tener que jugar en bikini.
Hace algunos años una publicidad de un medio deportivo hizo famosa la frase “No me pidan que cabecee” con un jugador que salía recién peinado –ironizando sobre su prioridad en el peinado más que en la tabla de posiciones– y que, casualmente, exageraba sus ragos y prioridades “femeninas”. ¿Es muy difícil imaginar cuáles serían las estereotipadas prioridades que se impondrían a las mujeres de prosperar la propuesta de la playa y la bikini? ¿El fútbol puede dejar de ser un espacio de libertad para renacer como otro Showmatch en donde se patee por un sueño?
Pablo Orsi, periodista deportivo de CN23 y Radio América, cuestiona: “Me resisto a pensar la pregunta enfocada sólo en el negocio de la redonda aunque no creo que la FIFA me deje otra opción. Si Blatter quiere que las mujeres se vistan más sexies es sólo porque creerá que con eso conseguirá vender mejor el producto”. ¿Y vender más está mal o les puede sumar a las mujeres mayor expansión en el deporte? “No le va a sumar nada –descarta Orsi–. Llamar la atención no le va a generar un crecimiento al deporte. Si la propuesta provoca mayores ingresos al fútbol femenino por una supuesta atracción visual será poco lo que le quede como rédito. El juego pasa por otro lado. No creo que nadie recuerde el gol de Maradona a los ingleses por los pantalones cortos y ajustados, bien parecidos por cierto a los hot pants. Al tenis femenino, por citar un ejemplo, no le aportó nada la vestimenta sexy pero a algunas tenistas sí. Anna Kournikova no será recordada por su talento –escaso por cierto– dentro de la cancha sino por su cuidado look y las campañas publicitarias. El mayor beneficiario de las polleritas, la belleza y la exposición mediática no es el juego sino la cuenta bancaria.”
“La idea de los hot pants me parece digna de los dinosaurios que conducen la FIFA. No me sorprende porque el machismo es una característica de la dirigencia del fútbol en general. Cuando Blatter dice que hay que hacer más sexy al fútbol femenino no está pensando en el deporte, sino en el negocio: en los patrocinadores y en la televisión. En el dinero que pueda entrar a las cuentas de la institución que preside, las cuales, no está de más decirlo, son muy poco transparentes. Las deportistas no necesitan lucir sexies ni eso le suma nada al deporte. Considerar que ésa es la forma de desarrollar y masificar una disciplina femenina es faltarles el respeto a las mujeres y, sobre todo, a las deportistas”, critica Alejandro Wall, periodista especializado en deportes de Tiempo Argentino y la revista Un caño y autor del libro Academia, carajo.
No es una cuestión de mujeres y varones, sino de puntos de vista. Wall mira, pero mira distinto que muchos supuestos fanáticos del fútbol: “El fútbol, además del negocio de la FIFA, es épica, es emoción, es juego y eso no tiene nada que ver con mostrar el culo. Pero a Blatter no le importa el derecho a jugar de las mujeres. No le importa que cada vez más pibas puedan acercarse a una pelota. A Blatter y a la FIFA les importa hacer buenos negocios y la prensa del deporte de los grandes medios reproduce ese machismo sin tibiezas. Durante los entretiempos de los partidos las cámaras de la televisión buscan escotes bien pulposos y, tantas veces, le agregan algún comentario de sus periodistas. En los diarios tampoco faltan las llamadas fotos de color donde abundan las mujeres. No se trata de pacatería ni moralina, pero hay que decir que Larissa Riquelme (conocida por su escote y ahora protagonista de Showmatch) no salió de un programa de chimentos, sino de una transmisión deportiva. Durante el Mundial de Sudáfrica su escote con el celular saltó de la TV a las páginas deportivas. Acaso para Blatter y sus amigos la mujer y el fútbol sean eso”.
También en la revista Un caño la nota “En el diario no hablaban de ti”, de Ezequiel Fernández Moores, se cuenta que en el último Congreso “Play the Game”, que se hizo en octubre, la Universidad Alemana del Deporte de Colonia presentó un trabajo analítico de la prensa deportiva mundial en donde se revisaron 17.777 artículos de ochenta diarios de veintidós países (ninguno de habla hispana) y concluyó que más del 90 por ciento de los autores identificados son varones y el 85 por ciento de los deportistas mencionados en las crónicas también son hombres. “De cupo femenino, ni noticias”, apunta Fernández Moores.
Mónica Santino es pionera en la Argentina en jugar, dirigir y entrenar fútbol femenino. Ella le pega a la propuesta del presidente de la FIFA: “Es un espanto. Sólo viene a confirmar que el deporte es lo más sexista que hay y Blatter está tejiendo únicamente otra estrategia de venta del fútbol femenino reivindicando los prejuicios y los discursos patriarcales sobre los cuerpos de las mujeres”. Mónica, mientras tanto, sigue dando clases de fútbol femenino en la Villa 31 y en un predio de Villa Martelli, a cargo de la Dirección de la Mujer de Vicente López, como una manera de pelear por los derechos de las mujeres (al movimiento, al disfrute, al juego) y también como una forma de empoderarse para pelear (más fuertes, más rápidas, más unidas) contra la violencia de género. En esa pelea, en la que tantas veces tiene que poner el cuerpo, ella quiere fundar –cansada de que la corran de canchas– un club de fútbol femenino. Sabe que no es fácil, pero que nunca está todo dicho. “La batalla va a ser larga. Yo sufrí la discriminación y la postergación que el fútbol femenino tiene desde la propia AFA. Pero vamos a seguir dándola.” Y la da con la palabra y la puja: “El fútbol es una herramienta maravillosa para construir ciudadanía, prevenir la violencia de género y generar lazos. No hay nada más hermoso que tirar paredes con una amiga”, rescata la ex jugadora de All Boys que forma a otras jugadoras como Laura Muñoz, quien dice: “No porque vivamos en una villa somos menos que nadie o no podemos jugar al fútbol. Al contrario, me da más ganas, para demostrarle a todo el mundo lo que podemos hacer”. Laura jugó en el Mundial de los Sin Techo en el 2009. Sin lustre, con tantas ganas como su cuerpo aletea brazos y brinda sus piernas en ese momento en que once son muchas y la gracia está en que parezcan pocas para pasar la pelota entre ellas y encontrar la red. La red es gloriosa.
El fútbol es una posibilidad de gritar, de esquivar, de danzar, de patear con fuerza, de bajar la cabeza y de conocer la revancha. El fútbol es libertad. Por eso, el problema tal vez no es la ropa, sino para qué se use esa ropa. En Perú, por ejemplo, un grupo de madres campesinas del distrito de Sitabamba, en la provincia de Santiago de Chuco, participaron en octubre del II Campeonato de Fútbol con Polleras. Las polleras fueron una forma de ser ellas, las mismas que cosen, tejen, siembran y cuidan a sus hijos, pero que podían frenar con sus cargas diarias para pensar solamente en agarrar la pelota y hacerla girar. “Las polleras no les impidieron efectuar remates potentes, las trenzas tampoco dificultaron sus certeros cabezazos y el cansancio no pudo doblegarlas para hacer quedar bien al caserío que representan”, indicó el diario local. Tal vez suponiendo que las polleras y las trenzas sí eran un freno, tal vez mostrando que lo importante no es cómo se vistan las jugadoras, sino si se tienen que vestir para disfrutar o para vender.
La periodista deportiva Angela Lerena, de la Televisión Pública (Canal 7) y ESPN, apunta al centro de la cancha (y del debate): “Creo que lo importante es respetar el deseo de las mujeres. Que quienes quieran muestren más su cuerpo y quienes no quieran o no se sientan cómodas no. Entre los futbolistas hombres la tendencia es que las marcas de ropa deportiva pongan a disposición de cada uno una camiseta más ajustada y otra más floja como se vio en el último Mundial. Cada uno elige. Con las chicas podría hacerse algo similar. Obligar a una deportista a vestirse sexy en contra de su voluntad es una forma de violencia de género y no hay ningún objetivo de difusión que justifique avasallar los derechos de las mujeres”.
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JOSEPH BLATTER:
De la presidencia de la FIFA al baile del caño
        Por Bet Gerber *

Hace pocos días y a raíz de las acusaciones surgidas entre jugadores de la máxima categoría de fútbol inglesa, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, negó la existencia de actitudes racistas en las canchas de fútbol. En opinión de Blatter “el racismo sólo existe si hay discriminación fuera del juego” y agregó haber visto en Sudáfrica cómo ha desaparecido tal problema ya que la Copa del Mundo habría probado que se puede conectar a la gente. Como el dirigente profundizó en el tema señalando que los insultos racistas eran, prácticamente, parte del juego que se resolvían con un apretón de manos al término del mismo, la FIFA se vio obligada a emitir un comunicado expresando que las palabras de Blatter se habían malinterpretado. “Lo que quería decir es que durante un partido, los futbolistas tienen batallas con sus oponentes y a veces hacen cosas equivocadas”, argumentó la institución en una versión libre del texto original.
Sobre la base de ésta y otras contradicciones entre ciertas declaraciones y propuestas de Blatter, se podría sospechar que el máximo dirigente de la FIFA no tiene cabal idea del significado de palabras como discriminación, racismo o sexismo, de modo tal que en ocasiones él mismo borra con el codo lo que escribe con la mano. Así por ejemplo, el 7 de octubre pasado, Blatter recibió a la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet. “Es un placer para mí discutir las posibilidades de colaboración entre ONU Mujeres y la FIFA, con el fin de vincular el fútbol y la promoción de la igualdad de género”, señaló Bachelet, en tanto que la máxima autoridad de la FIFA dijo entender las necesidades expuestas por la ex presidenta de Chile y anunció que “abordaremos los aspectos socioculturales en estrecha colaboración con ONU Mujeres”.
Pocos días antes de formular estas declaraciones, a fines de septiembre, Joseph Blatter había propuesto que las jugadoras de fútbol cambien shorts por hot-pants porque “con pantalones cortos más ajustados, las mujeres lucen más lindas y ellas ya tienen hasta reglas diferentes de las de los hombres, como por ejemplo la utilización de una pelota más liviana”. Como se trata del mismo Blatter que el del párrafo anterior, surge una curiosidad: ¿le habrá comentado esta propuesta a la directora de ONU Mujer durante su encuentro? Presumiblemente no, y resulta lamentable que haya desperdiciado la oportunidad, porque la ex presidenta de Chile habría podido explicar con claridad a Blatter la diferencia entre una cancha de fútbol y un teatro de revistas.
Desde los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia, en donde las mujeres estaban excluidas, en adelante, el mundo deportivo ha tenido un sesgo claramente masculino. Las mujeres llegamos al deporte después, en menor proporción, con menor difusión, menos público y, por ende, con premios y remuneraciones más bajas que las masculinas en el caso del deporte profesional. Aun cuando las mujeres accedan poco a poco a la práctica de deportes que durante siglos las han marginado, resulta evidente que los hombres han tenido más estímulos para integrarse a ámbitos deportivos. Los supuestos sobre qué nos resulta “natural” nos han jugado en contra y, para muestra, sobra un botón.
Hace algunos años, la diputada Diana Maffía fue a la colonia de vacaciones de su hijo a plantearle al profesor de educación física cierta preocupación: el nene le había contado que mientras los varones jugaban al fútbol, las nenas se quedaban sentadas en las gradas. El profesor corroboró la versión infantil. “A ellas no les gusta el fútbol”, dictaminó el pretendido docente, olvidando que su rol era abrir horizontes deportivos y no lo contrario. Para rematar, cuando Diana objetó que las nenas se quedaran una hora sin hacer nada, el profesor, confundido, le preguntó: “¿Pero usted no tiene un varón?”. De esta forma, el docente era hacedor de la profecía autocumplida: las nenas son malas para el fútbol. “Pero pueden festejar las jugadas de los varones”, sugirió, aventurando que algunas llegarían a porristas. Es decir, con cierto talento y bastante entrenamiento, podrían aspirar a desempeñarse como claque sexy de los que son legítimos deportistas, rol que en esa escena se presenta inalcanzable para ellas.
Hasta hace no muchos años el fútbol todavía estaba vedado para las niñas, e incluso hoy la práctica de varios deportes sigue siendo privilegio de pocas. Lo lamento por tantas mujeres, más allá de que muchas pueden preferir otros menesteres, tal como puede sucederles a tantos hombres. La diferencia es que en demasiados casos femeninos no existió la opción y esto conlleva limitaciones en el acceso a cierta dimensión lúdica que ofrece la práctica deportiva, un particular disfrute en donde se mezclan el despliegue del propio cuerpo con el juego grupal. Que pueda haber otras, sin duda, pero eso es harina de otro costal.
Si Blatter considera que esta situación se revierte mostrando más glúteos, cabría revisar su propia idea sobre qué es deporte. Como complemento de su propuesta, y en declaraciones de alto vuelo estético, el directivo señaló: “Moda y deporte no tienen por qué ir separados”. Cierto, no necesariamente deben ir separadas, ni arbitrariamente juntas. Obligar a una deportista a exhibirse para ciertos señores que equivocaron el escenario es un acto de violencia. En todo caso, si Blatter tiene competencias para definir el look de las mujeres deportistas, las mujeres deportistas podríamos tenerlas para determinar el look óptimo del presidente de la FIFA y proponer una intervención indiscutiblemente fashion: depilación completa con cera caliente para Blatter ya.
* Directora de proyectos de la Fundación Ebert en Chile.
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Como más te guste
“Tiene que cambiar la indumentaria porque no favorece al género”, afirma Karina Burijfon. Ella tiene 44 años, fue jugadora de fútbol femenino en una larga lista de clubes: Boca, Yupanqui, Excursionistas, All Boys. Hoy es una referente nacional y no quiere que la ropa sea más sexy pero que sí ayude a promover el fútbol femenino y que se cambien las camisetas para que las chicas estén más cómodas o para que se vistan más acordes al imaginario social de una mujer. Karina, desde los 16 hasta los 23 años, pateó la pelota (le hubiera gustado entrar a la cancha en pollerita pero no la dejaron) y, a partir de ahí, se dedicó como empresaria, periodista y –ahora– como dirigente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) a desarrollar el fútbol femenino. Ella cuestiona la imposición de tener que hacer más sexy al deporte, pero respalda a Blatter en su decisión de cambiar la indumentaria de las jugadoras.
¿Cuál es el movimiento del fútbol femenino en Argentina?
–En Argentina hay 3000 jugadoras federadas y 30 mil mujeres que juegan al fútbol en torneos o de manera amateur. Hay once equipos de fútbol femenino en Primera. Estoy tratando de impulsar que haya intercolegiales que no existen y es importante. En cambio, en zona norte, hay muchos torneos en los countries y en clubes. También existen torneos bonaerenses.
¿Por qué crees que debería cambiar la indumentaria para jugar?
–Me gustaría que las chicas dejen de jugar con ropa de hombre y que hagan una ropa adecuada al género. Aunque no te mire ningún hombre, te gusta ponerte una ropa que no te quede ridícula. Tiene que ser cómoda obviamente, no sé si sexy –porque puede ser incómoda– pero sí que tenga características femeninas y no masculinas. El short y la remera están pensados para el cuerpo de un hombre y no de una mujer. Los hombros te quedan por la mitad del brazo, los pantalones te van siempre enormes y si hay una mujer que tiene mucho busto le queda muy ajustada o se tiene que poner una camiseta muchísimo más grande. El vestuario no debe ser más sexy, sino más adecuado, fundamentalmente, en el talle.
¿La FIFA quiere armar una pasarela en la cancha o expandir el fútbol femenino?
–Blatter no quiso decir lo que dijo porque conozco lo que piensa. Que la ropa tenga que ser sexy me parece una exageración. El piensa en que el fútbol femenino se pueda vender un poco más. El fútbol es un espectáculo y si las mujeres se visten de hombres disminuye el espectáculo. Vos vas a ver el espectáculo y no sabés qué estás viendo. Por eso, estoy de acuerdo con Blatter en que la ropa se adapte. El propone que se utilicen hot pants. Por ejemplo, en el fútbol femenino holandés cambiaron la vestimenta y juegan con pollerita y algunas se ponen calzas o short con pollerita y las mangas son más cortas: quedan en el antebrazo y son más entalladas.
¿Cómo te vestías cuando jugabas al fútbol?
–Con la ropa que había que usar y con la camiseta de cada club, pero usaba calzas cortas. No podía ponerme pollerita porque no me dejaban entrar a la cancha. ¿Por qué? Si las chicas del hockey juegan así vestidas. No hay ningún impedimento. Hasta es más cómodo porque podés abrir las piernas hasta donde querés sin que te trabe el pantalón. No es solamente que, ahora, las jugadoras no parecemos mujeres, sino que queda mal. Te dan el talle small o extra small de la ropa de varón. Creo que tiene que cambiar la indumentaria porque no favorece al género.
¿No se corre el riesgo de pedirles a las jugadoras que sean modelos y no futbolistas?
–En Alemania se jugó un Mundial de Fútbol femenino y fue un furor y las chicas para promocionarlo hicieron la tapa de Playboy desnudas. No me parece mal que cada una use su táctica, aunque tampoco es que te tengas que desnudar para que te miren jugar al fútbol. Pero sí me parece que las jugadoras parezcan una mujer y hoy no parecen una mujer. Por eso, la indumentaria puede ser ropa femenina como en hockey o tenis. Después si hay una mujer que no le gusta vestirse entallada se pondrá un talle más grande.
¿Por qué te parece que estos cambios van a favorecer a las jugadoras?
–Los hombres que juegan al hockey no juegan con las remeras de las chicas. Hasta en el basquet juegan con otro tipo de camiseta. Parece una locura lo que dice Blatter pero es el único deporte que la indumentaria es la misma para varones y mujeres. Esto va a contribuir para que el espectáculo sea más lindo. Hoy en día las jugadoras son payasos como están vestidas. Y, en tanto y en cuanto el fútbol femenino sume el apoyo de empresas privadas va a crecer como cualquier actividad. De ese modo va a ser más competitivo. Ahora, en la Primera, sólo las chicas de Boca perciben un viático y las demás no y muchas dejan porque no pueden pagarlo. El acercamiento a empresas va a hacer que un montón de chicas puedan seguir jugando.



miércoles, 30 de noviembre de 2011

Jornada Comunitaria

ESTIMADOS / AS : TENEMOS EL AGRADO DE INVITARLOS A COMPARTIR LA SIGUIENTE ACTIVIDAD :
Jornada Comunitaria
Día Internacional de Lucha Contra el VIH
Viernes de Diciembre
                                   10.30 horas
Te esperamos en la Entrada del
 CAPS Nº 16  
Av San Martín n° 4900 y San Carlos  
( Rafael Calzada)

Habra :

q Stand de Salud Sexual Procreación Responsable


q Stand de prevención y lucha

 contra el SIDA  por  Alumnos

de la EP n°46 (R.Calzada


Cierre de la Jornada a cargo de  :
    
GRUPO de HIP-HOP

"SUEÑOS de ESCRITORES“



Invita : Equipo de Salud

UNLA/ Programa Políticas Públicas y Género Consejo Nacional de la Mujer




UNLA/ Programa  Políticas Públicas y Género

Consejo Nacional de la Mujer




Seminario

Políticas y acciones para la erradicación de la Violencia de Género
1º de Diciembre de 2011


9. 00  Hs : Acreditación

9.45  Hs.: Apertura a cargo de la Directora del Departamento de Planificación y Políticas Públicas. Mgter Ana Farber.

10.00  Hs. PANEL: Políticas  Públicas y Dispositivos en el Abordaje de la Violencia de Género en  Ámbitos Locales.            
          
Lic. Mariela Fernández  Secretaría de Políticas Sociales. Municipio de Lanús. Provincia de Buenos Aires
Susana Tomiozzo  Psicóloga Social. Comisaría de La Mujer y la Familia del Municipio de  Lomas de Zamora. Provincia de Buenos Aires
Lic. Dora Domínguez. Directora asociada del Hospital Evita, Municipio de Lanús. Provincia de Buenos Aires
Lic. Laura Berardo. Presidenta Consejo Profesional de Trabajadora/es Sociales. Provincia de Buenos Aires.
Lic. Cecilia Tanoni. Subsecretaria de Equidad de género e igualdad de trato y oportunidades. Secretaría de Gobierno. Municipio de Quilmes. Provincia de Buenos Aires
Lic. Estela Castro Olivera. Subsecretaria de gestión operativa del Municipio de Almirante Brown. Provincia de Buenos Aires
           
Modera: Esp. Viviana Ceresani. Programa Políticas Públicas y Género UNLA

12.00 Hs: Intervalo- Lunch

13.00 Hs. Presentación del proyecto de especialización: Políticas Públicas, Género y Sociedad. Posgrado 2012 UNLA.   Presenta: Mgter  Violeta A. Correa. Coordinadora Programa Políticas Públicas y Género. UNLA

14.00  Hs. PANEL: Legislación, Justicia y Género

Mariana Gras Buscetto. Subsecretaría de la Unidad de Coordinación Nacional para la prevención, asistencia y erradicación de la violencia contra las mujeres. Consejo Nacional de las Mujeres.
Dra. Elena Highton de Nolasco. Oficina de Violencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación   (a confirmar)
Dr Gabriel Vitale. Juez de Garantías del Poder Judicial. Juzgado Nº 8 de Lomas de Zamora. Profesor titular de derecho FTS/UNLP y profesor adjunto en Derecho Penal FCJyS /UNLP
Dra Yanina Vázquez. Secretaría de la Defensoría de Violencia Familiar del Departamento Judicial de Lomas de Zamora. Provincia de Buenos Aires
Lic. Silvia La Ruffa  Directora General de Coordinación de Políticas de Género. Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
Dra. Alejandra Tolosa. Delegada INADI, Provincia de Chubut.
Karina Nazábal. Diputada provincial  por el FPV. Provincia de Buenos Aires
María Rosa Martínez. Secretaria de Derechos Humanos. Municipio de Almirante Brown. Provincia de Buenos Aires

            Modera: Mgter. Andrea Daverio. Programa Políticas Públicas y Género.           UNLA

16.00 Hs. Intervalo /Café

17.30      Obra de teatro.

Cierre de las actividades y entrega de certificados


Auspician: Instituciones y Mesas locales de los Municipios de Lanús, Lomas de Zamora, Quilmes y Almirante Brown y AMYNP (Asociación de Mujeres Profesionales y de Negocios del Sur), Fundación PROPUESTA.






viernes, 25 de noviembre de 2011

SEMINARIO PARA DEFENSORES SOBRE VIOLENCIA DE GENERO Un llamado a denunciar


BUENOS AIRES, VIERNES 25 DE NOVIEMBRE DE 2011

La psicoanalista Eva Giberti evaluó que en “los últimos años hubo un incremento en la crueldad de los ataques”. Estela de Carlotto llamó a “animar a las mujeres a denunciar el maltrato”.
En el marco del Día de la Lucha contra la Violencia de Género, defensores del Pueblo de Iberoamérica llamaron a visibilizar el problema que en Argentina se lleva la vida de una mujer cada tres días. La coordinadora del programa nacional “Las víctimas contra las Violencias”, Eva Giberti, evaluó que en “los últimos años hubo un incremento en la crueldad con que se producen los ataques contra las mujeres” y destacó que la batalla no es contra la violencia, sino contra los patrones culturales que la sostienen. En tanto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, llamó a “animar a las mujeres a que denuncien el maltrato”.
“Tienen que saber defenderse y poder denunciar, saber que hay espacios que protegen a la mujer victimizada, golpeada física y emocionalmente”, exhortó Carlotto ante el centenar de defensores del Pueblo que participaron de un seminario sobre erradicación de violencia contra las mujeres, realizado ayer en Buenos Aires. El defensor del Pueblo adjunto, Anselmo Sella, consideró que “constituyen una de las consecuencias más nefastas de las estructuras” de la sociedad actual.
Ese edificio sociocultural al que se refirió Ansella es lo que, en palabras de Giberti, “se llama patriarcado”. “En la familia, la tradición patriarcal insiste en hacerles creer a los hombres y las mujeres que el género femenino es una propiedad privada y que, por lo tanto, el varón puede tomar decisiones corporales sobre ella, puede golpearla, puede violarla y, sobre todo, exigirle que lo sirva”, detalló a este diario. Entonces, “en los casos de violencia física los golpeadores no son hombres con antecedentes policiales porque no se pelean con otros, pegan sólo a su mujer, o a veces a sus hijos, lo que demuestra que no son enfermos, sino que lo que tienen es necesidad de disfrutar del abuso de poder”.
La Justicia, afirmó la psicoanalista, actúa “con frecuencia creciente dictando la exclusión del hogar del sujeto por tres o cuatro meses, sabiendo muy bien que el señor no se va a quedar tres meses afuera”. Aún mayor es el daño si “no ha conseguido separarse internamente de ese sujeto, es decir desamorarlo y sentir desconfianza de él”.
Desde 2006, cuando comenzó a funcionar su programa, se incrementaron las llamadas de auxilio. Al llegar a la casa de las víctimas, los profesionales del equipo comenzaron a registrar “cada vez más casos de mujeres quemadas”, sobre todo desde 2009, lo que habla de un “aumento de la crueldad en los ataques físicos hacia la mujer”.
En la lógica del sistema prostibulario la radiogafía es aún más dura. “La captación, la imposibilidad de rechazar a un cliente, el pago de sólo el 30 por ciento de lo que se cobra por sus servicios son todas formas de explotación sexual que violentan a las mujeres”, explicó el fiscal especialista en la investigación de trata de personas, Marcelo Colombo. Sin embargo, muchas de esas mujeres “comienzan a regentear prostíbulos para salir de su realidad”, e incluso “representan el 36 por ciento de las condenadas hasta el momento por proxenetismo”.
Informe: Rocío Magnani., FTE. www.pagina12.com.ar

Feminicidio El asesino de Tomás no es un monstruo



Tiempo Argentino. Publicado el 23 de Noviembre de 2011

Cuando un varón ataca a una mujer, o a un ser querido de ella, lo hace amparado en la creencia de que esa mujer le pertenece y que si no cumple con sus deseos él tiene derecho a violentarla.

Muchas personas quedamos horrorizadas frente al asesinato de Tomás Damero Santillán. ¿Es posible tener la crueldad de masacrar a un niño de esa forma? “¡Sólo un monstruo podría hacer algo así!” es lo primero que pensamos. Sin embargo, todo indica que estamos frente a un caso muy vinculado al feminicidio, como fue en agosto el asesinato de Candela Rodríguez, y que más que extraordinariamente monstruoso, esta muerte revela la personalidad de un feminicida que planificó con detenimiento sus actos de acuerdo al objetivo de dañar profundamente a una mujer.
Adalberto Cuello, ex pareja de Susana Santillán –la mamá de Tomás–, la había amenazado con pegarle “donde más te duele”. Si Cuello es el asesino, como presume hasta ahora la principal línea de investigación, Tomás habría sido su víctima directa pero hay otra víctima de este asesinato, Susana Santillán, a quien Cuello habría castigado con un dolor inconmensurable y dejándola sumida en un conflicto de dificilísima resolución: el asesino de su hijo es el padre de su otro hijo bebé.
¿Por qué Cuello habría querido castigar de esta forma a Santillán? La anécdota dice que porque ella no lo dejaba ver al bebé que tenían en común debido a que él no pagaba la cuota alimentaria. Frente a eso podríamos pensar que el tipo está completamente desequilibrado por resolver con una acción tan violenta y monstruosa el problema. Pero si Cuello fue efectivamente el asesino, no es un monstruo, sino un varón violento que extremizó el delirio de poder masculino. Algo que nos permite la teoría de género es comprender que cuando un varón ataca a una mujer, o a un ser querido de ella, lo hace amparado en la creencia de que esa mujer le pertenece y le debe obedecer y que si ella no cumple con el acatamiento de sus deseos él tiene derecho a violentarla para lograr la sumisión. Es decir que la violencia de un varón hacia una mujer no forma parte de la historia individual de esa pareja, sino de una estrategia de dominación que abarca todas las relaciones de género en la sociedad patriarcal que compartimos. Y la violencia de género –de varones contra mujeres– tiene características propias que la definen –como el consenso y naturalización social– pero a su vez está inserta en un contexto más amplio de relaciones violentas que los varones promueven con su entorno porque fueron educados para resolver con violencia los conflictos que se les presentan.
Si Cuello es el asesino, no es diferente a Omar Bertozzi, de 46 años, que en enero de 2010 asesinó a golpes en Santa Fe a su hija Carolina Bertozzi, de 18 meses, en el contexto de una golpiza que incluyó a Liliana Leva, madre de la nena. Tampoco sería diferente a Martín Torres, que el 2 de abril de 2010 degolló en Tigre a su hijo Dante Torres, de ocho años, a su ex mujer Sabrina Cennamo y a Paloma, la beba de seis meses que ella había tenido con una nueva pareja. En agosto de este año, fueron degollados en Corrientes Andrea Rodríguez, de 12 años, y Cynthya y Jorge Maldonado, de siete y cuatro; se sospecha de la ex pareja de la madre. Estos son apenas algunos de los casos relevados mes a mes en base a la cobertura de los medios de comunicación por el Observatorio Maricel Zambrano, de la Asociación Civil La Casa del Encuentro. Como el asesinato de niñas, niños y personas allegadas a las mujeres víctimas de violencia de género es habitual, en el Observatorio crearon la categoría específica de “feminicidios vinculados” para nombrarlos.
Quienes conceptualizaron por primera vez la palabra “femicidio” en los años ’70, Diana Rusell y Jill Radford, lo definieron como la “forma más extrema del terrorismo sexista”, asesinatos motivados “por el desprecio, el odio, el placer o el sentido de propiedad” que sienten los varones hacia las mujeres, y el resultado final de “un continuum de terror”. Este desprecio y odio hacia las mujeres se manifiesta sobre sus cuerpos o sobre los de las personas que ellas aman, con el objeto de herirlas. No estamos frente a monstruosidades excepcionales de varones alterados que merecen más un instituto de salud mental que una cárcel. Sin duda, tanto las mujeres víctimas de violencia como los varones victimarios necesitan contención emocional y trabajo terapéutico para salir de situaciones de violencia y no reiterarlas, pero quien comete un feminicidio es un delincuente, no un enfermo mental. Por el contrario, son personas que suelen tener vidas sociales llevaderas y agradables, y por eso luego el vecindario se pregunta “¿Cómo puede ser que ese hombre haya asesinado a su esposa si era tan amable?” La psicóloga francesa Marie-France Hirigoyen dice de los varones violentos: “No presentan ni dificultades particulares en su vida social, ni un trastorno psiquiátrico evidente. Todo sucede como si el hecho de polarizar sus dificultades en el marco de la pareja les permitiera conservar la vida social.”
Pensar a estos varones como monstruos les quita responsabilidad sobre los hechos, lo cual contribuye al consenso y naturalización social de la violencia de género. Hace falta visibilizarlos como varones extremadamente violentos, capaces de actos que quizá no cometerían la mayoría, pero cuya raíz de dominación y desigualdad si nos involucran a todas las personas. Se trata de varones violentos y asesinos, sin excusas.
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Polémico fallo que beneficia a un femicida
Tiempo Argentino. Publicado el 3 de Agosto de 2011

La Cámara de Casación bonaerense le concedió prisión domiciliaria a un hombre de 70 años que mató a su mujer y la enterró en el patio.
Un tribunal rebajó la condena de un hombre que asesinó a golpes y palazos a su esposa y la enterró en el fondo de la casa que compartían pese a estar separados. El trato supuestamente humillante que la mujer le propinaba es una “circunstancia extraordinaria de atenuación” de la condena. Entonces, el “homicidio agravado” ya no tiene pena de prisión o reclusión perpetua, sino una más leve, en este caso 15 años de cárcel y, como se trata de un hombre de 70 años, el encierro debe cumplirlo en su casa. Es decir, en el mismo escenario donde asesinó a su esposa y enterró el cadáver en el patio del fondo.
La Cámara de Casación bonaerense, el principal tribunal penal provincial, en un fallo dividido, redujo la condena de un hombre que entre las 21 y las 23 del 11 de diciembre de 2004 asesinó a su mujer. Para los jueces Víctor Violini y Daniel Carral, el trato que la mujer le dispensaba a su marido precipitó la reacción: “Múltiples golpes de puño, varios golpes con un objeto contundente en el rostro, región anterior al cuello, región superior del tórax y finalmente la estrangulación”, por lo tanto, la conducta asumida por el marido “respondió sin dudas a impulsos emocionales relacionados al turbado enlace familiar existente, el cual –incluso– presentaba vestigios de una significativa historia patológica vincular”.
Marido y mujer no eran tales. Vivían en la misma finca, en Defensa 26 de San José, Partido de Lomas de Zamora, pero dormían en cuartos separados por decisión de ella. “La relación conyugal entre víctima y victimario hacía tiempo que se hallaba finiquitada sin perjuicio de no haberse instrumentado en debida forma los trámites necesarios para obtener una sentencia de divorcio vincular. Ambos cónyuges habitaban espacios distantes por un patio y dentro de un mismo predio –de común acuerdo– por más de diez años”, sostiene la sentencia.
Él se sentía “desatendido” y por eso –según se justificó– inició un vínculo paralelo. “La decadencia del enlace matrimonial se corrobora a partir del hecho de que el acusado mantuviera otra relación sentimental con una mujer que traía a la vivienda que él mismo habitaba… existieron en el particular ciertos episodios insoslayables de poder excepcional con relación a las circunstancias preexistentes y concomitantes al delito, que –desde un punto de vista psíquico–, han influido en el accionar delictivo perpetrado”, dijo el voto mayoritario.
“Yo trabajaba 20 horas por día, trabajaba en fábricas y después hacia changuitas de jardinería, de albañilería y cosas de herrería. Yo tenía una estanciera con la que iba a la feria a vender cosas y ella no quería venir…, ella no me cocinaba, nada, y entonces me tuve que buscar una concubina para que me ayudara. Yo le decía que ella no me atendía y por eso busqué alguien con quien entenderme. Ella se cagaba de risa de mí, siempre la contra, siempre la contra”, se quejó el condenado durante el juicio.
El Tribunal Oral Nº 6 de Lomas de Zamora lo condenó a perpetua y lo mandó a una cárcel común. La Casación corrigió ambas situaciones: 15 años y a la casa.
Sin embargo, el tercer integrante del tribunal, el juez Ricardo Borinsky, resaltó su disidencia con esa suerte de benevolencia para con el septuagenario. Recordó el relato de la hija de la pareja sobre la mortal discusión: “Se produjo cuando la madre fue a reclamarle porque le había sacado las rejas protectoras, que según unos vecinos el hombre las llevó hasta la esquina, desde donde fueron subidas a una camioneta, y entonces la mató.” Además, subrayó que la violencia era moneda corriente entre ambos: “Dice la hija de ambos que  ella mantenía a la víctima a quien su progenitor siempre amenazó con matarla, además de ponerle corriente al lavarropas, chapitas en la cerradura a fin de impedirle el acceso, y golpearla hasta con palos, haciéndole perder parcialmente la audición.”
“Es mi parecer que las circunstancias que rodearon el homicidio no son de atenuación”, completó Borinsky en su solitario voto.
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Página 12, 3 de agosto de 2011
Una perpetua a quince años
El hombre la había golpeado y luego ahorcado, enterrando el cuerpo. Lo condenaron a perpetua y ahora la Casación bonaerense redujo la pena a 15 años. Consideró atenuante que no existía vida de pareja. Por ser mayor de 70 años, le dieron detención domiciliaria.
No hace falta ser adivino para predecir que un fallo de la Sala III de la Casación bonaerense desatará polémicas. El tribunal resolvió reducir a 15 años la condena a perpetua a un hombre de 70 años que en diciembre de 2004 había matado a su mujer ahorcándola, luego de golpearla a puñetazos y con un objeto contundente, para luego enterrar su cadáver en el jardín. La argumentación del voto mayoritario fue que el vínculo había quedado roto desde hacía una década y la mala relación de pareja actuaban como atenuantes que no habían sido considerados en la sentencia. También por dos votos la Sala III decidió otorgar la detención domiciliaria por tratarse de un mayor de 70 años.
El femicidio ocurrió entre las nueve y las once de la noche del 11 de diciembre de 2004, en el interior de una casa de la calle Defensa, en la localidad de San José, partido de Lomas de Zamora. El hombre, a quien el tribunal denominó como V.V., “le aplicó múltiples golpes de puño y con un objeto contundente a la persona de su cónyuge, A.D.S., ocasionándole diversas fracturas costales y múltiples lesiones. Asimismo lleva a cabo una estrangulación manual, ocasionándole con ello el óbito. Posteriormente ocultó el cuerpo en un lote cercano...”.
El Tribunal Oral Nº 6 de Lomas de Zamora condenó al acusado a cadena perpetua. El caso llegó a la Sala III de Casación bonaerense, integrada por los jueces Daniel Carral, Ricardo Borinsky y Víctor Violini. Carral fue el encargado de desarrollar el primer voto y fue quien revisó los atenuantes que solicitaba la defensa. Rechazó uno de ellos, el que sostenía que debía enmarcarse como preterintencional, es decir, que pretendía golpear a la víctima, pero no provocarle la muerte. “Nótese que, conforme se desprende del veredicto condenatorio, el argumento esencial señalado por el a quo radica en que la mecánica del deceso importó múltiples golpes de puño, varios golpes con un objeto contundente en el rostro, región anterior al cuello, región superior del tórax y finalmente la estrangulación; lo cual a las claras denota que no se trató en la especie de un accidente sino que, palmariamente, el propósito del sujeto activo era ultimar a la damnificada.” Y además, después ocultó el cadáver.
Carral consideró la presencia de “extremos atenuantes de la figura agravada de homicidio”. “Efectivamente, la relación conyugal entre víctima y victimario hacía tiempo que se hallaba finiquitada sin perjuicio de no haberse instrumentado en debida forma los trámites necesarios para obtener una sentencia de divorcio vincular (...)” y por el “hecho de que ambos cónyuges habitaban espacios distantes por un patio y dentro de un mismo predio –de común acuerdo– por más de diez años. A su vez, la decadencia del enlace matrimonial se corrobora a partir del hecho de que el acusado mantuviera otra relación sentimental con una mujer que traía a la vivienda que el mismo habitaba, lo cual fue detallado expresamente por R.V. sin que el causante negara dicha ligazón”.
También consideró como atenuante excepcional que tomó la situación psíquica por la que pasaba V.V., quien declaró que “(...) yo trabajaba veinte horas por día (...). Cuando ella se fue a Italia, le pagué todo. Cuando volvió, estaba enojada. Al tiempo, yo perdí un poco la vista, ella no me cocinaba, nada, siempre la contra (...). Yo le decía que ella no me atendía y por eso busqué alguien con quien entenderme. Ella se cagaba de risa de mí (...)”. Carral consideró que la actitud del imputado “respondió sin dudas a impulsos emocionales relacionados con el turbado enlace familiar existente, el cual incluso presentaba vestigios de una significativa historia patológica vincular”. Al considerar Carral que el vínculo era en los hechos inexistente, dejó de lado el agravante por el vínculo. Y los atenuantes excepcionales que consideró llevaron al juez a votar la reducción de la pena a 15 años, y la detención domiciliaria por la edad.
Violini aprobó el voto, pero estuvo en contra de la detención domiciliaria. Borinsky, en cambio, estuvo de acuerdo con la detención domiciliaria, pero rechazó la atenuación, considerando que el voto de sus colegas se sostenía en considerar comprensible la pérdida de respeto a su cónyuge por las circunstancias que vivía la pareja, y agregó que “si, como dice la hija de ambos, ella mantenía a la víctima a quien su progenitor siempre amenazó con matarla, además de ponerle corriente al lavarropas, chapitas en la cerradura a fin de impedirle el acceso y golpearla hasta con palos, haciéndole perder parcialmente la audición, y la occisión se produjo cuando la madre fue a reclamarle porque le había sacado las rejas protectoras, que según unos vecinos V. llevó hasta la esquina, desde donde fueron subidas a una camioneta, y entonces la mató, es mi parecer que las circunstancias que rodearon el homicidio no son de atenuación”.
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Un debate sobre la penalización del femicidio
Página 12 el 10 de Febrero de 2011
JURISTAS, LEGISLADORES Y MILITANTES FEMINISTAS DIFIEREN SOBRE LA EFICACIA DE AGRAVAR LAS PENAS

En el Congreso ya hay un proyecto para considerar como agravante de homicidio el crimen de una mujer mediante violencia de género. Mientras algunos defienden la propuesta, otros creen que, donde se aplica, no se ha comprobado su eficacia.

Por Mariana Carbajal

La violencia machista se manifestó en forma dramática en los últimos días con una sucesión de mujeres jóvenes quemadas por novios, esposos o ex cónyuges. Desde el movimiento de mujeres, algunas ONG reclaman la tipificación del femicidio como figura autónoma del Código Penal. Ayer, la diputada Cecilia Merchán (Libres del Sur) presentó un proyecto de ley en ese sentido. La iniciativa crea, entre otros cambios, un nuevo agravante para los casos de homicidio: fija la pena máxima de reclusión o prisión perpetua cuando un hombre mata "a una mujer mediante violencia de género". El castigo es el mismo que para los casos de homicidio agravado por el vínculo, de modo que si el asesino es pareja de la víctima también se le agravaría la pena aunque no estuviera casado con ella. Algunos países latinoamericanos como Guatemala, Costa Rica, Chile y El Salvador han incorporado ya la figura del femicidio en sus ordenamientos legales, con diferencias en su redacción y resultados diversos. Aquí, la propuesta ya despertó polémica. Página/12 consultó a especialistas para adelantar un debate que pronto llegará al Congreso.

No hay acuerdo entre académicos y juristas especializados en género sobre la conveniencia de crear una figura penal para sancionar el femicidio. Algunos piensan que la discusión podría desviar el foco, dado que no está probado que sea una medida efectiva para reducir el número de homicidios provocado por la violencia hacia las mujeres. Otras voces, en cambio, piensan que sería una señal positiva hacia la sociedad para frenar la impunidad con la que se cometen estos crímenes y daría un mensaje a fiscales y magistrados, que suelen no creer a las mujeres que denuncian violencia de género, para que tomen medidas de protección a tiempo, antes de que terminen asesinadas.

Merchán reconoce que su propuesta puede provocar polémica y aclara que debería tomarse como un elemento más de una batería de medidas para enfrentar el problema de la violencia de género. "La presentación es un hecho más bien político. Es una forma de visibilizar el tema", explicó a Página/12. "Estamos preparando, además, un protocolo de actuación judicial para los casos de femicidio", adelantó. ¿Qué dice el proyecto de Merchán?

-      En los casos de homicidio, agrega a la lista de agravantes enumeradas en el artículo 80 del Código Penal -con pena de reclusión o prisión perpetua- "al que matare a una mujer mediante violencia de género, cuando ésta fuere ejercida por un hombre".
-      Además anula la posibilidad de que en los casos de homicidio agravado por el vínculo se puedan aplicar atenuantes para fijar la pena (como la "emoción violenta") si medió violencia de género. Así busca evitar que los jueces suavicen las condenas a femicidas que alegan, por ejemplo, que reaccionaron acuchillando o disparando a su esposa porque se enteraron de que les había sido infiel o quería dejarlos por otro.
-      En los casos del delito de lesiones, plantea que cuando sean producidas por "violencia de género", siempre se aplique la pena máxima prevista.

El proyecto de Merchán no incorpora la palabra femicidio al Código Penal. Sólo aparece en el título del proyecto. El término femicidio surgió en la academia norteamericana para denunciar la expresión más extrema de la violencia machista. De todas formas, no hay acuerdo en su definición: algunas incluyen todos los asesinatos que tiene una motivación sexual -aun aquellos cometidos por desconocidos-. Otras los limitan a los homicidios cometidos por el cónyuge o ex pareja. Esa diferencia está plasmada en las distintas legislaciones que han incorporado el femicidio en América latina en los últimos años.

La abogada chilena Patsilí Toledo Vázquez, que está realizando en Barcelona un doctorado sobre las leyes de femicidios latinoamericanas, explicó a Página/12 que las normas sancionadas por Costa Rica (2007) y Chile (2010) se refieren a relaciones de pareja, es decir, si una chica es violada y aparece muerta no se considera como femicidio; las de Guatemala (2008) y El Salvador (2010), en cambio, son más amplias y alcanzan a los asesinatos, ya sean ejecutados por conocidos o desconocidos de la víctima.

Susana Chiarotti, abogada del Comité de América latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), no está convencida sobre la conveniencia de tipificar el femicidio. "Tenemos la figura de homicidio agravado por el vínculo, por la cual, si se aplicara la debida diligencia en las investigaciones policiales y judiciales y no se aplicaran estereotipos discriminatorios, tendríamos gente condenada y no existiría el patrón de impunidad actual. Las fallas no están en las figuras penales, sino en otra parte del proceso", consideró. Para despejar las dudas, desde Cladem convocaron a cuatro expertas de México, Panamá, Perú y Bolivia para que analicen si es conveniente tipificar el femicidio. El 17 y 18 de marzo se reunirán en Buenos Aires.

Para Chiarotti la prioridad debe ser "la implementación de políticas públicas de prevención, la atención adecuada a denuncias previas de malos tratos, servicios de asesoramiento a las mujeres maltratadas; políticas hacia los medios de comunicación; campañas y cambios curriculares en educación". Y agregó: "El Derecho Penal llega tarde. Las mujeres ya murieron".

En la misma línea se expresa la abogada Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo de Justicia y Género (ELA), quien se manifiesta en contra de la creación de este tipo penal. "El femicidio es una categoría de análisis interesante y útil. Pero extrapolarla a una categoría jurídica tiene muchos problemas, y a un tipo penal más todavía", indicó. Tampoco le parece positiva la tipificación del femicidio a la fiscal Mónica Cuñarro, profesora adjunta de la UBA en Derecho Penal y Criminología. "Muchas veces se impulsan reformas a una ley penal con buena intención, pero no se obtienen las consecuencias deseadas", advirtió.

Una de las ONG que impulsan la creación de nueva figura penal es Casa del Encuentro. Sus directivas, Fabiana Tuñez y Ada Beatriz Rico, argumentaron que la iniciativa apunta a impedir que "se utilice abusivamente la figura de la emoción violenta para cubrir la situación de violencia extrema bajo el ropaje de un desborde de los sentidos". Es que "son numerosos los casos de homicidios conyugales imputados a varones en los que los tribunales aplican circunstancias de atenuación, aun cuando hay constancias de violencia conyugal", indicó la abogada y diputada Marcela Rodríguez (Coalición Cívica). Llegó a esa conclusión después de una investigación en la que analizó 160 sentencias. Para la diputada, una reforma legal oportuna sería extender el agravante por el vínculo a otras relaciones interpersonales en el ámbito familiar para alcanzar a los novios y convivientes.

El abogado Víctor Abramovich, secretario ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur (IPPDH) y ex relator de la CIDH sobre derechos de las mujeres, también expresó dudas sobre la tipificación. "Es necesario profundizar otras líneas de acción en la Justicia, como el trabajo con unidades especiales en los ministerios públicos fiscales, la posibilidad de que ONG puedan actuar como querellantes; las medidas de prevención, como las exclusiones del hogar, los albergues, los sistemas de vigilancia, que suelen funcionar mal en casi todos lados", enumeró. Abramovich señaló que en un estudio de la CIDH se detectó que un porcentaje alto de mujeres muertas tenía ya alguna medida cautelar en ejecución o había dado aviso previo a la autoridad pública, policial o fiscal. "En esa fase previa al crimen es donde hay que poner la prioridad. El cambio de tendencia en las tasas de violencia depende del éxito de las políticas sociales y culturales de mediano plazo que apunten a revertir estereotipos y patrones de machismo y discriminación, incluso en el propio sistema judicial", concluyó.
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Crímenes de mujeres
Clarín - 24/10/10
Las señales que nadie ve. Según cifras extraoficiales, unas 80 mujeres fueron asesinadas este año por sus parejas o sus ex. Representan el extremo de un fenómeno grave y no siempre advertido: el de la violencia doméstica.
Sólo en las primeras tres semanas de octubre hubo cinco casos de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas. En lo que va de este año, Clarín ya publicó 25 crímenes con estas características, pero se sabe que hay muchos más que no llegan a los medios. Las cifras de una ONG especializada en el tema indican que en el primer semestre de 2010 hubo 126 femicidios y al menos 80 de ellos fueron “femicidios íntimos” (aquellos en los que el asesino es la pareja actual o la previa). Lejos de la idea del desborde emocional repentino o de discusiones en las que se perdió el control, la historia de estos casos revela ataques ejecutados de forma sostenida a lo largo de meses, años y hasta décadas: procesos de violencia verbal y física cuyo punto final, a veces, es la muerte.

Mirta Schossler (30) había conocido a Daniel Aguirre (34) cuando era una adolescente. Eran del mismo pueblo de Misiones. Cuando ella cumplió los 17 se fueron a vivir juntos, y en 2005 se mudaron a Buenos Aires con sus hijas porque él consiguió trabajo como portero en un edificio de Barrio Norte. Las peleas eran muy comunes y las reconciliaciones, igual de frecuentes. “En uno de sus viajes a Misiones –recordaría luego su abuela Josefa–, Mirta me contó que él la maltrataba, pero después ya no mencionó el tema”.

Igual, las agresiones siguieron. El martes 16 de febrero de 2010, ella lo denunció en la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia y abandonó la casa junto a sus hijas. Al hombre le fijaron una cuota alimentaria y le prohibieron estar a menos de 200 metros de Mirta y las nenas.

Cuando una semana después la mujer fue al edificio donde había vivido con él a buscar sus cosas, Daniel Aguirre apuñaló a uno de los policías que la custodiaban, la degolló y luego se quitó la vida. Los vecinos del lugar comentarían luego que el hombre “parecía normal”, que “era divino”.

“Los agresores en contextos de violencia doméstica suelen ser muy seductores. Dominan la relación de pareja y someten a su mujer en la intimidad, pero hacia afuera parecen caballeros y educados”, explica Analía Monferrer, a cargo de la oficina especializada de la Corte. Esta dependencia comenzó a trabajar en septiembre de 2008, y desde entonces ha recibido 13.700 denuncias: en el 85% de los casos, el agresor era lapareja o la ex pareja.

“El círculo de violencia se repite en las clases bajas, medias o altas. Sucede un hecho violento, la mujer se aleja, luego viene un período de reconciliación y luna de miel, hasta que algo vuelve a provocar tensión y eso lleva a otro hecho violento. El ciclo puede durar una hora, un día, una semana o varios meses, aunque los momentos críticos son durante la separación y en los embarazos, cuando muchos agresores temen perder el rol central en la vida de la esposa”, explica Monferrer.

Lucía Heredia, psicóloga de la Comisaría de la Mujer de Tigre y de Malvinas Argentinas, dice que las señales previas a una agresión son comunes a mujeres de cualquier situación social. Y a veces esto da pie situaciones de comedia. “Es impresionante trabajar con grupos de mujeres que sufren o sufrieron violencia doméstica. Cuando hablan entre ellas se ríen y dicen: ¿Te pregunta si te fuiste con tu macho? Pero te juro que eso mismo dice mi marido, si hasta usa las mismas palabras”.

Si bien cada historia es particular, Heredia afirma que las alarmas previas suelen ser más o menos las mismas y pueden aparecer durante los noviazgos. “Empiezan como acusaciones flagrantes de infidelidad. De ahí, la cosa continúa en ascenso, interrogatorios de tipo policial con hombres que mantienen a una mujer despierta durante toda la noche. Muchas no lo cuentan porque hay una cultura de lavar trapitos sucios en casa. Pero además los hombres que ejercen violencia suelen cortar los vínculos de sus mujeres: ése también es otro indicador clave”.

Las Comisarías de la Mujer se crearon en 1989 y fueron una de las primeras respuestas de política pública de la Argentina frente a la violencia sexista. Un año antes, el 14 de febrero de 1988, el tema había pasado a primer plano con el asesinato de Alicia Muñoz a manos el ex boxeador Carlos Monzón, que la tiró del balcón de la casa que alquilaban en Mar del Plata. “En realidad, las mujeres siempre fueron a comisarías cuando las golpeaban, pero no había respuestas. La reacción del policía era: Para qué vas a investigar, si después ellas vuelven con ellos. En los últimos años se nota la variación de edad entre quienes piden ayuda. En 1994, la media era de 45 años, con 25 de convivencia. Ahora vienen más jóvenes y esto tiene que ver con una mayor conciencia del problema y, también, con una mayor autonomía”.

Hoy por hoy, señala la abogada Marcela Rodríguez, muchos procesos de violencia doméstica (incluidos los que acaban en homicidio) se estancan en el período de instrucción. “Esto pasa en todos los delitos, pero acá es peor, los hechos suelen darse puertas adentro, sin testigos”. Rodríguez está trabajando en una investigación que revisa unas 150 sentencias judiciales de casos de homicidios agravados por el vínculo, fueran novios, cónyuges o parejas.

“En el artículo 80 del Código Penal, sobre homicidios agravados por el vínculo, se impone una condena a prisión perpetua, pero en el último párrafo se habla de atenuación si existen circunstancias extraordinarias. Lo curioso es cómo, al mencionar circunstancias extraordinarias, se filtran prejuicios machistas”, asegura.

Rodríguez pone como ejemplo un expediente emblemático: “Hay un caso en Neuquén, que finalmente quedó en tentativa, en el que un hombre ahorca a su mujer con un alambre, le golpea la cabeza con una piedra, la mete en el baúl del auto y se entrega en la comisaría sin darse cuenta de que seguía viva. En la sentencia, hablaban de un acto sádico pero no asesino. Y mencionaban una infidelidad como atenuante. Eso es puro sexismo: ni ser infiel ni ser mala madre son atenuantes en un caso de homicidio”.